El planteamiento de la manzana tipo parte de la búsqueda de un equilibrio entre mantener la referencia a las alineaciones de las calles, por un lado, y evitar reproducir miméticamente su perímetro, por el otro, con el objetivo de no caer en la rigidez y la sequedad de una edificación cuya forma sea únicamente resultado de sus límites perimetrales. El sencillo juego de volúmenes propuesto consiste en dos cuadrados similares en tamaño a la parcela, los cuales son desplazados, rotados y e intersecados con el perímetro del solar para dar lugar a la base formal del proyecto.
El concepto puede ser repetido varias veces en un tejido urbano consiguiendo dar sentido, coherencia y continuidad a un trozo de ciudad y, a su vez, permitiendo variedad volumétrica. Dos manzanas nunca serían iguales, con lo que se asegura variedad y continuidad formal al mismo tiempo. El perímetro irregular demuestra también la flexibilidad de esta estrategia para adaptarse a diferentes tipos de contextos urbanos preexistentes.
El resultado son dos anillos irregulares eslabonados, los cuales delimitan una serie de espacios vacíos. Los interiores se corresponderán con patios de uso privado o semiprivado. Los espacios vacíos junto a la acera actúan a modo de engrosamientos de la calle, haciendo más generoso el espacio público y actuando de nexo de unión con los espacios comerciales de la planta baja.
Como se puede intuir, en el germen del proyecto está la búsqueda de una manzana de aspecto compacto y con propósito de unidad formal. Tratamos así de responder principalmente a aspectos urbanos y de visión de conjunto. Una estrategia opuesta, desarrollada a partir de volúmenes de diferente naturaleza, que presumiblemente reflejara la diversidad tipológica y de usos de la manzana, creemos que sería mucho más débil desde el punto de vista urbano, haciendo del edificio más un conjunto de singularidades que una pieza correctamente encastrada en el tejido de la ciudad.
El volumen se va modelando en altura con un perfil escalonado que busca un equilibro formal entre las masas, cuyo perfil final evidentemente dependerá de cada situación urbana concreta. En dos de las esquinas surgen sendas torres, de diferentes alturas, como referentes visuales del conjunto. Esta estrategia es otra prueba de la flexibilidad de la manzana tipo para adaptarse a diferentes contextos urbanos.
La separación formal entre el espacio comercial de la planta baja y el residencial de las plantas superiores se materializa mediante un perfil quebrado –unido a un cambio de material, del ladrillo al cristal- que hace que las plantas superiores vuelen sobre la planta baja, aportando cierta tensión al encuentro entre ambos volúmenes.
De la misma manera la fachada a la calle se va enlazando en altura con uno sutil juego de pliegues que articula el escalonado vertical de los volúmenes del edificio. Todos estos planos de fachada tienen un ángulo ligeramente desfasado con respecto al de la alineación de la calle. El juego de claro-oscuros producido por esta plegadura es fácilmente apreciable en el render principal.
Como ya se ha indicado y se puede apreciar, una vez que tanto el colegio y el espacio comercial como las diferentes tipologías residenciales han sido insertadas en el conjunto, sus características se diluyen dentro de una volumetría común, que es la que asume el protagonismo del proyecto. El parking se ha colocado sobre la planta baja, en lugar de bajo tierra, evitando así los costes asociados a la excavación y pudiendo utilizarse ese ahorro económico en el resto del proyecto. En su cubierta se coloca uno de los dos patios residenciales privados, estando éste en una posición dominante debido a su altura.
Los vacíos intersticiales a los que ha dado lugar el juego formal se convertirán en espacios peatonales con diferente grado de privacidad: los públicos (adyacentes a las aceras perimetrales); los semiprivados (donde se sitúa el centro deportivo); el privado dedicado al colegio; y los privados dedicados a los residentes.
En la fachada se desarrollan dos estrategias completamente diferentes. La fachada que mira a la calle quiere reflejar una imagen de sencillez, elegancia, modulación, austeridad… Una solución que bien es válida para infinidad de contestos urbanos y en donde el edificio se podría insertar con ánimo de continuidad urbana y sin estridencia, pero al mismo tiempo, con la suficiente personalidad para no sucumbir al contexto. Se pone el énfasis en la repetición de un hueco de ventana que se reproduce por toda la fachada de ladrillo. La fachada que mira a los patios muestra un carácter opuesto. Aquí se da paso a una fachada de madera de cualidades mucho más domésticas, suaves y con mayor grado de libertad formal. Ambas fachadas se completan con la inclusión de louvres para solucionar los problemas de protección solar asociados a la orientación y que, por supuesto, tendrán mayor o menor grado de presencia dependiendo de la orientación y de la zona geográfica en la que se coloquen estos prototipos.
Estructura / Construcción: Se proponen paneles de madera contralamina tipo KLH, ya que son una sostenible alternativa a la construcción tradicional. La capacidad estructural puede asemejarse a la del hormigón. La velocidad en la construcción unido a la ejecucuión en seco reduce la duración de los plazos de ejecución y por lo tanto el coste final de la obra. Los paneles de madera contralaminada trabajan estructuralmente en dos direcciones con lo que se consigue gran flexibilidad en el diseño. Las piezas son cortadas por ordenador con tecnología CNC. Una vez cortadas, las piezas son enviadas a obra en un contenedor o en un camión para ser montadas.